viernes, 29 de octubre de 2010

Claudia Arce Miss Bolivia 2009: "no habría sobrevivido a un año más de reinado"

Fuente: EL Mundo.Es

Con 19 años fue coronada la chica más hermosa de su país. Guapa, inteligente, y ambiciosa, Claudia aceptó participar en el concurso de Miss Bolivia a cambio de una beca de postgrado para continuar con sus estudios de ingeniería industrial. Aunque admite que llevar la corona le ha subido la autoestima, asegura que es cansado: “hay veces que te duelen los músculos de la cara de tanto sonreír, pero no puedes dejar de hacerlo. Representas un país”. Tras un año de reinado, rompe una lanza a favor de la belleza que hay en la diferencia: “hay chicas guapas con las cejas raras o la nariz grande, y eso es lo que las hace bellas. No se trata de un molde, sino de armonía. Los países tercermundistas todavía no hemos aprendido eso”.
Desde que es adolescente, Claudia atrae naturalmente las miradas de la gente de su alrededor. El canon de belleza occidental la clasifica como guapa y sus 173 centímetros de estatura la encumbran en un pedestal cuando camina por las calles de Bolivia. Un día, de camino hacia la universidad de Sucre, su ciudad natal, la pararon por la calle para hacerle una propuesta inesperada: ¿quería participar en el certamen Miss Bolivia? “Al principio dije que no porque a mi no  me interesan este tipo de concursos, pero luego me ofrecieron una beca para estudiar un postgrado cuando termine la universidad, y acepté. Total, no me iba a morir por participar un mes en un concurso, pensé.
Hasta el momento no era demasiado coqueta. Su vida transcurría entre su casa, sus amigos, el gimnasio y la universidad, donde estudiaba ingeniería industrial, y solo se colocaba ante el espejo para asearse, peinarse y ponerse bloqueador solar. “Yo no me sentía una mujer que podía pintarse y arreglarse para salir a la calle. Nunca antes me había puesto unos tacones y siempre andaba con mis jeans y mis poleras”.
Atribuye su estilo desenfadado al hecho de haberse criado básicamente rodeada de hombres, junto a su padre, su hermano y un montón de primos varones. La influencia femenina vino de la mano de su madrastra, pero esa no fue suficiente para sentirse una mujer con capacidad de atracción. “Yo perdí la parte de educación femenina porque mi madre murió cuando tenía 11 años”, explica.
Claudia y su madre, una mujer divorciada, vivían solas en La Paz, así que cuando la muerte vino a romper el nido familiar, a manos de un homicida, Claudia tuvo que trasladarse a vivir a Sucre, junto a su padre. “Fue difícil empezar a vivir con mi papá porque él ya tenía una nueva familia, se había vuelto a casar y tenía otro hijo. Yo era la persona que invadía una familia ya establecida, con una determinada forma de funcionar, y además, no lo hacía con el mejor ánimo”.
Con amor y ternura, padre e hija aprendieron a vivir juntos, pero la personalidad de Claudia quedó marcada. El primer reto fue ganarse un lugar en el nuevo núcleo familiar, el segundo, aprender a mantenerse firme y serena en las peores circunstancias, como en el juicio por la muerte de su madre: “maduré muy rápido porque tuve que aprender a manejar ciertas cosas que cuando eres niño no manejas, como las audiencias del juicio. Fue duro pasar por esa parte, no lloré en todo el proceso porque aunque tuviera sólo 11 años, tenía que seguir allí parada, de pie. No importaba que fuera una niña”.
Claudia se convirtió en una mujer fuerte, luchadora y competitiva. Lo demuestran los primeros premios que obtuvo en competiciones nacionales de física, química, astronomía y astrofísica, así como la beca que se ganó en la universidad por sus buenas calificaciones en el colegio. La próxima meta era vencer en el certamen de belleza. “Al comienzo no puse mucho interés en el concurso, y asistía sólo para conseguir mi beca, pero cuando empecé a desfilar comencé a darme cuenta que tal vez yo también era bonita, y me puse a competir”.
Fue la mejor valorada de entre las 21 candidatas, así que sin comerlo ni beberlo se convirtió en Miss Bolivia 2009. “Ahora sí siento que soy bella, pero al principio llegaba a mi casa y me decía: ¿en serio? Hay muchas mujeres que no tenemos la autoestima muy fuerte y no solo por la parte física sino también por un conflicto emocional que no nos deja ver lo que somos capaces de hacer. Sin embargo, poco a poco empecé a fortalecerme”.
La corona la catapultó a Las Vegas, donde participaría en Miss Universo junto con 82 participantes más. Para ello, debía trasladarse primero a Santa Cruz, una ciudad al este de Bolivia, donde está la sede de la agencia de modelos que ostenta la franquicia de este concurso en este país. Allí la prepararían, pero muy a su pesar, Claudia no encontró el apoyo esperado: “En santa Cruz mi victoria como Miss Bolivia fue muy discutida y criticada, y me buscaban defectos por todos lados porque ellos hubieran querido que ganara la chica de su ciudad”.
Claudia es guapa, pero no lo suficiente para esta agencia. Según los patrones de belleza imperantes en el canon occidental, tenía algunas imperfecciones que corregir si quería ganarse el título de la mujer más hermosa del Universo. Como el lápiz mágico del Photoshop no podría actuar en la pasarela, le ofrecieron cirugía. “Me pidieron que me limara un poco el huesito de la nariz, pero yo no quise porque me hubieran dejado chata, y además ¡no es tan grave! Lo que sí acepté hacerme fue rebajarme un poco la cicatriz que tengo en el labio inferior a causa de una caída que tuve cuando era niña. Y es cierto que mejoró harto”. Por lo demás, Claudia asegura que el bisturí no ha tocado ninguna parte más de su cuerpo y que todas sus curvas son fruto de la naturaleza.
La originalidad es el principal bastión que quiso defender esta boliviana en el certamen. “Obviamente me siento diferente porque soy un ser único. Cada uno de nosotros es especial a su manera, aunque haya muchas personas que traten de ser la imagen de alguien que no son”. Claudia se refiere especialmente a las candidatas latinoamericanas que participaron en el concurso: “estaban demasiado armadas, y tenían mucho retoque. Y a mi me encanta de Europa que las chicas que participaron lo hicieron con naturalidad, como realmente vinieron al mundo, con sus cejas, sus ojos… y si tenían la nariz grande la sabían usar y se las veía lindas. Los países tercermundistas no hemos aprendido a apreciar lo que realmente es la belleza”, denuncia. Opina que hay que flexibilizar el canon de belleza, que condena a muchas mujeres a la eterna insatisfacción: “el concepto de belleza que hemos edificado es demasiado rígido, para muchas mujeres es inalcanzable, y eso las lleva a tener una baja autoestima y a caer en trastornos alimentarios para obtener una determinada figura”.
Claudia fue una de las favoritas del público pero no se clasificó en el concurso. Es más, algunos medios de comunicación y antiguas participantes del certamen la tildaron como la peor representante boliviana de la historia que participó en Miss Universo. “Cuando subía a la pasarela yo me reía de nervios y ellos querían que pusiera cara de gata, que sedujera al público, pero yo no soy así, yo soy más tímida”, se queja, y añade: “dijeron que me faltaba actitud pero yo pienso que si tenía que llegar lejos en ese concurso tenía que ser por lo que yo soy, no por ser algo que pretendía ser, porque sino tendría que haber fingido todo un año entero”.
Con la corona de Miss Bolivia, Claudia ha tenido que representar a su país en distintos eventos nacionales e internacionales como una imagen pública. “Hay chicas que sienten que con eso tienen poder, pero yo creo que no eres más importante por tener un pedazo de lata encima de tu cabeza”. Con los pies en la tierra, ella es consciente que su reinado le reporta trabajo y como tal se lo toma cuando hay firmas de por medio: “Hay momentos en que me siento cansada de sonreír, y que me empieza a temblar la mejilla, pero no hay momento para decir ‘ay me duele el pie, quiero parar’. Tienes que continuar posando foto tras foto porque representas algo y tienes que olvidarte de lo que tu cuerpo te intenta decir”.
Con todo lo sucedido, Claudia ha tenido que congelar sus estudios durante un año y medio, y ya tiene ganas de poder volver a ellos para forjarse una profesión. “Quiero tener una carrera que se me sustente, una profesión, y no descansaré hasta que logre todo lo que quiero”. Por eso asegura que está contenta de no haber ganado Miss Universo: “un año más de reinado no habría sobrevivido”, reconoce. Ahora ya solo le quedan unos meses más de trabajo como modelo para cumplir con el contrato que firmó con la agencia que la llevó a Miss Bolivia, y quien sabe cuánto tiempo más de popularidad. “Cuando la gente me para por la calle para fotografiarse conmigo me lo tomo con cariño y se lo agradezco. La sonrisa que tengo ese día no es una sonrisa pagada, es una sonrisa de gratitud”.
A pesar de las críticas a los concursos de belleza, Claudia no se arrepiente de haber participado en ambos certámenes. Se ganó el posgrado que quería, el afecto de su pueblo y mejoró la opinión que tenía sobre ella misma. Por eso, prefiere obviar la sombra que proyecta el negocio de la estética: “Soy yo la que elijo qué cara de la moneda quiero ver, y hay gente del jurado que realmente estaba buscando lo que yo quería dar: la idea que la mujer es bella no solo por su físico sino también por su forma de ser”.

1 comentario:

  1. Despues de todo lo que te haya pasado siempre vas hacer hermosa como es la mujer Boliviana

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