Suena raro tener que viajar más de tres horas en avión, recorrer varios kilómetros y llegar a otro país para entender que una sesión de fotos no es un trabajo sencillo para una modelo o en este caso, para la Miss Bolivia, Claudia Arce. La experiencia rompe los esquemas de quienes creen que sólo es sonreír frente a una cámara… Y para eso hay que llegar hasta la cosmopolita Lima, donde la modernidad salta a los ojos del visitante. El haber sido elegida como el rostro más bello del pasado certamen de belleza le dio la oportunidad de ser la imagen de Yanbal en uno de sus catálogos de fin de año. La mirada dulce de la reina saldrá impresa en nada menos que 500 mil catálogos que circularán por ocho países.
La sesión de fotos para la compañía empieza con algo de atraso. Una Lima siempre nublada y alterada despierta a Claudia, una joven tímida, que llegó al reinado sin proponérselo.
La sesión se realiza en Profot, el estudio con el que Yanbal trabaja hace 20 años. Allí, en un par de cuartos y donde ningún rincón está vacío, se ha habilitado un vestuario saturado de colgadores que guardan exclusivos vestidos de gala, sacos, estolas, zapatos y hasta los accesorios más irrisorios que puede requerir una producción fotográfica. Claro que a Claudia su vestimenta (entre ellas un diseño de Nicole Miller) la espera en el salón principal.
Todo tiene que estar a mano y a tiempo: entre 45 y 60 minutos se tardan en peinar a una modelo y el maquillaje toma otros 45 minutos. Claudia pasa primero por la silla del estilista Ginno Acosta. Luego, llega Atilio Benavides, el director de arte. “Estás en una fábrica de muñecas”, le dice en broma. Sus palabras son tan rápidas como las manos de Atilio en el maquillaje, mientras que la fotógrafa uruguaya Yolanda Hounie arma el escenario en un abrir y cerrar de ojos.
En Yanbal ya tienen definida las tendencias hasta el 2010, por eso saben los colores que predominarán en Año Nuevo, cuando salga el catálogo de Claudia. La ‘cara de nena’ de la reina se transforma, aunque a ella le cueste asimilar su rostro de mujer sensual. Y hay que entenderla; Claudia tiene 18 años, le gusta la física, la astronomía, es talentosa para el dibujo y para el canto lírico. Hasta antes del concurso, ella no sabía nada de modelos, reinados o pasarelas.
Cuando son las 11:00, después de dos horas de preparación, la reina se para frente al lente de Yolanda, y Atilio hace lo mismo en el monitor de una computadora, donde estudia cada movimiento de la espigada chuquisaqueña. Desde ese lugar, el asesor de modas ordena si el cabello debe tener más o menos volumen, si hay que colocar extensiones, si se usa ventilador, si hay que aumentar el escote o si la modelo debe cambiar de pose. “Tienes que ser sofisticada, glamorosa, decidida, una diva”, afirma Atilio, y Claudia comienza a jugar con su cuerpo, sus grandes ojos y sus atractivos labios. “¡Eres una ganadora!”, la anima Yolanda.
En segundos la joven pasa de tener un cabello voluminoso a corto y luego un cerquillo; se prueba dos tipos de maquillaje y otro tanto de vestidos. En una sala contigua se toman las fotos de los productos. Como curiosidad: preparar un catálogo toma cuatro meses de intenso trabajo; cuatro a cinco días se dedican a modelos y una semana a los productos. ¿En total? Más de un centenar de imágenes, entre ellas, por supuesto, las de la boliviana.
Las horas transcurren con algo de buen humor y cansancio. El tiempo parece detenerse tras esas cuatro paredes; no hay descanso ni para leer periódico o mirar las noticias en la televisión. Tampoco se tiene necesidad de salir del lugar: un garzón se encarga de atender los deseos del equipo de producción (diez personas). Hay galletas, agua, gaseosas, frutas y... almuerzo. Claudia, por supuesto, a duras penas come algo. Sólo hay unos minutos para descansar, después se debe volver a la rutina.
El ritual se repite: peinado y maquillaje, mientras el set vuelve a cambiar... Para ese entonces ya han transcurrido siete horas. Ya se realizó una sesión para mostrar maquillaje, para la portada de lo que en Yanbal llaman la campaña 13 y lo único que falta es lo que será un adelanto de Carnaval... ¿Sólo una foto? “¡Sí!”, afirma alguien por ahí. “Pero no te emociones, porque esa foto te puede tomar diez minutos como cinco horas. Nosotros entramos con el sol y salimos de noche. Más bien ahora todo ha sido corto. La niña es linda, sólo es cuestión de acomodar las cosas”, explica Atilio.
Sentada, Claudia pregunta: “¿Qué actitud debo tener?” y Atilio, le responde: “Una mujer de Yanbal siempre es fabulosa”... Y ella cumple al pie de la letra el pedido que le hace el director de arte. A las 19:30 se capta la última imagen de la reina. Cansada, sin ganas de quitarse el maquillaje, Claudia Arce vuelve a subir al vehículo que la llevó a Profot. Mañana se irá de Lima y ni siquiera pudo recorrerla. “Ahora ya sabes que esto no es fácil”, comenta, entre risas.
La sesión de fotos para la compañía empieza con algo de atraso. Una Lima siempre nublada y alterada despierta a Claudia, una joven tímida, que llegó al reinado sin proponérselo.
La sesión se realiza en Profot, el estudio con el que Yanbal trabaja hace 20 años. Allí, en un par de cuartos y donde ningún rincón está vacío, se ha habilitado un vestuario saturado de colgadores que guardan exclusivos vestidos de gala, sacos, estolas, zapatos y hasta los accesorios más irrisorios que puede requerir una producción fotográfica. Claro que a Claudia su vestimenta (entre ellas un diseño de Nicole Miller) la espera en el salón principal.
Todo tiene que estar a mano y a tiempo: entre 45 y 60 minutos se tardan en peinar a una modelo y el maquillaje toma otros 45 minutos. Claudia pasa primero por la silla del estilista Ginno Acosta. Luego, llega Atilio Benavides, el director de arte. “Estás en una fábrica de muñecas”, le dice en broma. Sus palabras son tan rápidas como las manos de Atilio en el maquillaje, mientras que la fotógrafa uruguaya Yolanda Hounie arma el escenario en un abrir y cerrar de ojos.
En Yanbal ya tienen definida las tendencias hasta el 2010, por eso saben los colores que predominarán en Año Nuevo, cuando salga el catálogo de Claudia. La ‘cara de nena’ de la reina se transforma, aunque a ella le cueste asimilar su rostro de mujer sensual. Y hay que entenderla; Claudia tiene 18 años, le gusta la física, la astronomía, es talentosa para el dibujo y para el canto lírico. Hasta antes del concurso, ella no sabía nada de modelos, reinados o pasarelas.
Cuando son las 11:00, después de dos horas de preparación, la reina se para frente al lente de Yolanda, y Atilio hace lo mismo en el monitor de una computadora, donde estudia cada movimiento de la espigada chuquisaqueña. Desde ese lugar, el asesor de modas ordena si el cabello debe tener más o menos volumen, si hay que colocar extensiones, si se usa ventilador, si hay que aumentar el escote o si la modelo debe cambiar de pose. “Tienes que ser sofisticada, glamorosa, decidida, una diva”, afirma Atilio, y Claudia comienza a jugar con su cuerpo, sus grandes ojos y sus atractivos labios. “¡Eres una ganadora!”, la anima Yolanda.
En segundos la joven pasa de tener un cabello voluminoso a corto y luego un cerquillo; se prueba dos tipos de maquillaje y otro tanto de vestidos. En una sala contigua se toman las fotos de los productos. Como curiosidad: preparar un catálogo toma cuatro meses de intenso trabajo; cuatro a cinco días se dedican a modelos y una semana a los productos. ¿En total? Más de un centenar de imágenes, entre ellas, por supuesto, las de la boliviana.
Las horas transcurren con algo de buen humor y cansancio. El tiempo parece detenerse tras esas cuatro paredes; no hay descanso ni para leer periódico o mirar las noticias en la televisión. Tampoco se tiene necesidad de salir del lugar: un garzón se encarga de atender los deseos del equipo de producción (diez personas). Hay galletas, agua, gaseosas, frutas y... almuerzo. Claudia, por supuesto, a duras penas come algo. Sólo hay unos minutos para descansar, después se debe volver a la rutina.
El ritual se repite: peinado y maquillaje, mientras el set vuelve a cambiar... Para ese entonces ya han transcurrido siete horas. Ya se realizó una sesión para mostrar maquillaje, para la portada de lo que en Yanbal llaman la campaña 13 y lo único que falta es lo que será un adelanto de Carnaval... ¿Sólo una foto? “¡Sí!”, afirma alguien por ahí. “Pero no te emociones, porque esa foto te puede tomar diez minutos como cinco horas. Nosotros entramos con el sol y salimos de noche. Más bien ahora todo ha sido corto. La niña es linda, sólo es cuestión de acomodar las cosas”, explica Atilio.
Sentada, Claudia pregunta: “¿Qué actitud debo tener?” y Atilio, le responde: “Una mujer de Yanbal siempre es fabulosa”... Y ella cumple al pie de la letra el pedido que le hace el director de arte. A las 19:30 se capta la última imagen de la reina. Cansada, sin ganas de quitarse el maquillaje, Claudia Arce vuelve a subir al vehículo que la llevó a Profot. Mañana se irá de Lima y ni siquiera pudo recorrerla. “Ahora ya sabes que esto no es fácil”, comenta, entre risas.
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