Rico Toro, quien reside en Miami, regresó a su lugar de origen para presentar “Mi tierra”, exposición de sus trabajos como artista plástica. La muestra, cuyo principal objetivo es recaudar fondos para beneficencia, será inaugurada, hoy a las 19.30 horas, en el hotel Cochabamba (Recoleta), donde ayer por la mañana, vestida con blancos pantaloncillos cortos y blusa ploma, y acompañada por su madre, la pintora terminaba de colgar sus 14 obras. Una tarea en la que le viene bien su imponente altura.
Dueña de un cuerpo esbelto y un hermoso rostro apenas ajado por sus 38 años, la ex Miss Bolivia explica que sus pinturas fueron realizadas en una técnica mixta, lograda con acrílico, marcadores de óleo e impresión digital, a partir de pequeños bosquejos luego ampliados. “La exposición se llama ‘Mi tierra’ -dice la artista con prestancia- porque las temáticas de las obras son sacadas de mi memoria”.
El formato de los cuadros es similar al de los coloridos vitrales de los templos. “Es por los recuerdos de cuando veníamos a misa con mi familia. Yo escuchaba el sermón del cura, pero en realidad estaba admirando los vitrales y como la luz entraba por las ventanas”, indica Rico Toro.
Sorbiendo con desenfado una Coca Cola fría, precisa que, en su incursión como pintora desde hace seis años, optó por el realismo, mas se inclinó después por “lo moderno y contemporáneo”, gustándole mucho la utilización de líneas negras y fuertes.
Rico Toro, casada con un estadounidense y madre de dos pequeños niños, señala que no desea transmitir un mensaje especial con sus obras. Lo suyo es resaltar el colorido de su tierra. Y eso se nota en cuadros como “Cruce Patacamaya” (inspirado en paisajes andinos de llamas y cargamentos de alimentos, vistos en viajes familiares y terrestres de infancia), como también en la serie “La Cancha”, de vendedoras de frutas; al igual que en “Tarabuco”, a propósito del pujllay.
“Siempre pinté, siempre me gustó. Cuando esperaba mi primer hijo, hace seis años, mi esposo me dijo: ‘Haz lo que te gusta hacer. Deja de trabajar” recuerda la autora sobre el origen del oficio con el que dejó atrás los bienes raíces. Facilitadas las condiciones materiales para el arte por su pareja, la cochabambina tomó algunos cursos de orientación, con los que se animó a experimentar en las técnicas del carboncillo en papel y el óleo. El éxito comercial de su trabajo se dio desde el inicio, primero entre sus vecinos, y después en cuatro exposiciones para entidades benéficas y de la sociedad civil de Estados Unidos y Bolivia (en 2009 recaudó casi 9 mil dólares en Santa Cruz). “Nunca tuve la intención de hacer dinero”, dice la artista, admiradora de la labor del brasileño Romero Brito, del cruceño Lorgio Vaca y del cochabambino Chaly Rimassa. Rico Toro manifiesta que su real interés es compartir algo de la abundancia que tienen sus hijos con infantes menos afortunados y con problemas de Bolivia, país que visita anualmente.
Beneficencia.
Lo recaudado
La venta de las obras de Rosario Rico Toro, quien anteriormente no se involucró en actividades de caridad, irá en bien del Centro de Parálisis Cerebral Corazón de Jesús de Cochabamba. La artista, junto a su esposo, mantienen la Fundación Inti, dedicada a acciones de beneficencia.
“En el pasado”
“No me sirvió para una experiencia posterior porque no volví a ir a más certámenes, no incursioné en el modelaje. Mucha gente todavía me sigue reconociendo, pero es una parte de mi vida y quedó en el pasado” dice Rico Toro sobre su papel de reina de belleza.
“Cambios”
“Las cosas han cambiado mucho en 20 años (...) Probablemente no lo volvería a hacer” dice Rico Toro, consultada sobre si recomienda a las jóvenes incursionar en el ámbito de los reinados de belleza.
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