Apenas llegaron subieron a un ómnibus que condujo al grupo hasta Huatajata, un pueblito a orillas del lago Titicaca, conocido porque sus habitantes se dedican a la fabricación de balsas de totora y a la confección de prendas de vestir en lana de alpaca.
Bajo un cielo azul que se fusionaba con las aguas del lago sagrado de los incas, las misses comenzaron a posar en biquinis. Algunas tiritaban por la brisa fría y otras (menos friolentas o más robacámaras) pedían a los reporteros gráficos que las capten en sus mejores ángulos y no les importaba cambiar de escenarios para lograr mejores imágenes.
Al mediodía la comitiva almorzó en el catamarán Consuelo, de Transturín, un bufé que incluía la famosa trucha del lago y las ocas sembradas por años en esa región. Por supuesto, fue novedad para todas la comida, así como el mismo lugar.
De hecho, la peruana no conocía el Titicaca ni siquiera del lado de su país. “Es una belleza. Había visto fotos de él, pero aún no se me había dado la oportunidad de visitarlo”, dijo.
Para la brasileña el espejo de agua, donde centenares de patitos negros y gaviotas buscan su alimento, es un espectáculo visual.
Las filmaciones y sesiones fotográficas continuaron después del almuerzo. La puertorriqueña fue la única que sintió los efectos de la altura.
Las más entusiastas fueron Nicaragua, Venezuela, Uruguay y Chile. Las dos últimas compraron artesanías para llevar de recuerdo a sus países. “Esto es lindísimo. Me encanta”, dijo la representante transandina por una mantilla de alpaca que su madre recibirá fascinada.
Al final de la tarde, las más bellas de Hispanoamérica fueron recibidas por el mandatario Evo Morales en la residencia presidencial.
Algunas de las candidatas en la sesión fotográfica en biquinis, frente a las barcazas de totora, en el lago
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